Por Daril de la Nuez
El apasionante mundo de los
dinosaurios no deja de ofrecernos periódicamente noticias curiosas e
interesantes acerca de nuevas especies descubiertas, nuevas revelaciones de la evolución,
etc. Ahora, un equipo de científicos acaba de anunciar nuevas e importantes
revelaciones sobre uno de los más enigmáticos de estos reptiles, el conocido
como dinosaurio de las “manos terribles”, a raíz del hallazgo de nuevos restos
fósiles. Veamos de qué se trata.
Un dinosaurio descubierto
hace casi medio siglo
La especie de la que
hablamos recibe el nombre de Deinocheirus mirificus, y es un dinosaurio
terópodo que fue descubierto en 1965 por un equipo de paleontólogos de Polonia
y Mongolia en el desierto de Gobi, situado en este último país.
Los restos eran en realidad
muy pocos, apenas unas costillas, algunas vértebras y partes de sus
extremidades superiores, que resultaron lo más llamativo sin dudas. La razón
era su tamaño, pues estas medían nada menos que 2,4 metros de largo,
convirtiéndose en ese momento y hasta hoy, en las extremidades anteriores más
grandes que se conozcan para un animal bípedo, como pudo deducirse que era el
andar de este dinosaurio al analizar los escasos restos. De hecho, el nombre
científico de este animal que vivió hace unos 70 millones de años podría
traducirse aproximadamente como “extraña mano terrible”.
Los nuevos fósiles
descubiertos y sus revelaciones
Por fortuna, en los años
2006 y 2009, dos expediciones dirigidas por científicos coreanos y mongoles
descubrieron nuevos restos de este dinosaurio en el desierto de Gobi, que
permitieron por fin resolver el enigma que había intrigado tanto tiempo a los
científicos: como era físicamente este reptil y donde encajaba en el complejo
árbol evolutivo de los dinosaurios.
Según ha publicado Nature, estos
hallazgos, que fueron completados con otros materiales conservados en una
colección privada en Europa, entre las que se encontraban una pata, una mano y
un cráneo, permitieron conocer que Deinocheirus era un ornitomimosaurio, es
decir, era semejante a las aves, presentaba un largo pico de pato y una notable
joroba en su espalda. Su cráneo medía algo más de un metro de longitud y, por
su aspecto físico, parece ser que estaba bien adaptado a vivir en hábitats
asociados a ríos y lagos, y debió ser un gran consumidor de alimentos de origen
vegetal. No obstante, no se puede calificar como herbívoro estricto ya que se
encontraron también restos de pescado en el interior.
Otros rasgos que ahora se
han conocido es que esta enigmática criatura prehistórica era muy corpulenta y tenía
unas caderas muy voluminosas, por lo que se deduce que no se destacaría
precisamente por sus movimientos rápidos, a pesar de estar emparentada con el
velociraptor y los tiranosaurios. Su tamaño en estado adulto alcanzaría los 11
metros de largo, 5 de altura y su peso rondaría las seis toneladas.
Con todas estas
revelaciones, ya podemos hacernos una idea de cómo luciría en vida este hasta
ahora enigmático dinosaurio de brazos gigantescos que tanto había intrigado a
los científicos.
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