Por Daril de la Nuez
Los colibríes son conocidos, además de por su belleza, su diminuto tamaño y la increíble velocidad con que baten sus alas, por ser unos fieles amantes de las cosas dulces. Así, muchas veces basta con dejar un pequeño frasco con agua azucarada en el jardín para que alguna de estas pequeñas aves se acerque a revolotear a su alrededor e introduzca su larga lengua para saborearlo. Hasta aquí todo muy normal, si no fuera porque… ¡las aves carecen de receptores del gusto para el sabor dulce! Entonces ¿qué ocurre en los colibríes para que adoren este sabor y lo busquen activamente?
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