Por Daril de la Nuez
Las auroras polares se forman entre los 70 y 150 km de altura desde la superficie de La Tierra producto del lanzamiento, por parte del Sol, de inmensas cantidades de rayos y partículas cargadas de energía. Cuando estas partículas penetran en la magnetósfera de la tierra colisionan con las moléculas de gas de la atmósfera, excitándolas y produciendo una luminosidad que se proyecta en la ionósfera.
Estas luces, que sin dudas constituyen uno de los espectáculos naturales más impresionantes de nuestro planeta. Son muy frecuentes bien al norte, por ejemplo, en Alaska y Noruega, donde reciben el nombre de auroras boreales. Las auroras del sur son llamadas auroras australes. Pero, ¿podría el hombre fabricar una aurora boreal artificialmente?
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